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lunes, 2 de junio de 2014

ANA LUCIA MONTOYA RENDON - COLOMBIA


ALMA VERDE Y MANGO MADURO

Hay vino tinto y una cesta repleta de crucigramas, una pluma de fuego, un mantel de cuadritos y orillas suaves. Hay arrullos de río y pájaros, vuelo de manos y de besos y un paisaje que mira tendido sobre aromas de musgo. En esta placidez el alma jamás olvidará a qué sabe la carne, ni cómo se escribe golosina, ni cómo se pronuncia absurdo, ni como, con los ojos húmedos y entrecerrados, se divisa un falo desde el monte de Venus.
Hay días asomados por la voz y por la enagua, hay limbos y espacios enajenados;  hay silencios entre la punta del lápiz y el papel, hay besos archivados entre los labios y discreta locura entre la idea que palpita dentro de otra idea. Lo concéntrico y lo tangente habilitan entes y les insuflan independencia, a la vez que los atan con preñeces inesperadas.
Cómo parar esas voces. Cómo dejar de beber si el vino se vacía sin que medie la copa. La boca escancia a pico de botella y sueña duendes que hacen triquis en el mantel de cuadritos; mantel que se sabe manta cuando el paisaje, el río y los pájaros, gimen espasmos mientras una hembra muere por cada gimo suyo. Estos cabellos, antes bridas, atan el tiempo en mis manos, como atados están todos los folios que he escrito entre las dos columnas. ¡Ah, pero la vida no va más por esos lados!”
He mirado y escuchado por la ventana siempre abierta, aquí, en mi pecho. Una mujer antigua susurró el anterior monólogo que transcribí tan pronto como fue pronunciado.  Ella, creo, debe ser alma en pena, o demonio, o vientre que no quiere, le canten tan pronto los responsos. La siento aliento mío, carne de mi carne, su voz tiene mi acento y en su rostro vi tatuados mis desvelos. Es muro y sombra chinesca y, con el tinte de sus ojeras, mojé la pluma que ella misma ofreció para que me afanara en escribir su relato; esa mujer se miraba en un sol tal cual como lo hago yo. Hoy me pregunto ¿Dónde estará el mantel que la cubría cuando la noche la guindaba? ¿Dónde la jarrada de ilusiones vaciada cada vez que retozaba con el demonio?  Está desnuda. Estuvo rebozada con su propia voz pero el silencio de las sombras, le arrancó esa manta y la exilió.
Llevaré por el mundo su mensaje, tal vez encuentre a quién calzarle la zapatilla que hallé al lado del panfleto que encontré al salir de casa; le haré tragar la manzana de marras tantas veces como las que, soñar despierta, ha envenenado mi alma. No sé que habrá ocurrido, si magia blanca o negra, lo cierto es que, lo que escuché, era, con pelos y señales, lo que estaba escrito en ese panfleto.

En la esquina de la casa, el árbol de mangos murmuraba deseos de ser talado… Ah, mango criollo, tan pequeño, tan delicioso y dulce, último deseo de un alma verde que se fue por el camino verde y que, desapareció cuando quebré la punta del lápiz sobre el papel rústico de ese panfleto.



2 comentarios:

  1. .

    Carlos muchas gracias por tu atención con este texto mío. Me hace muy feliz escucharlo en tu voz.

    Fuerte abrazo,

    Ana Lucía

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